La mayoría de empresas cae por falta de ventas, hecho que no se suele producir porque la competencia esté actuando contra nosotros sino porque los cimientos con los que hemos levantado nuestra empresa no son firmes.
Estaba encerrado en una torre de marfil y pensaba que mis gustos eran los mismos que los de mis clientes. Ahora me preocupo de preguntar qué les mueve, por qué compran. De veras le digo humildemente que si no lo está haciendo en su iniciativa está perdiendo una enorme oportunidad…
Por alguna extraña razón esos pequeños emprendedores se consideran mejor que Bmw, Apple o la empresa líder de su sector.
Todas estas empresas saben que la falta de atención del cliente de hoy y la extrema saturación publicitaria precisa un marketing continuo, un esfuerzo diario de promoción para llevar más lejos el nombre de su producto. Pero por algún increíble motivo muchos pequeños emprendedores creen que son mejores que esta empresa porque si hacen una llamada, una visita o mandan un e-mail con una oferta automáticamente esperan que los clientes van a echar abajo su puerta y comprar desesperadamente, y si no es así, entonces la única explicación es que “el marketing no funciona”, cuando lo que realmente no funciona es hacer algo de vez en cuando, en voz baja mientras la taladradora sigue a lo suyo.
En ese contexto es muy fácil tener excusas e irlas repitiendo como justificación a que hemos bajado los brazos y hoy tampoco hemos levantado el teléfono para llamar a posibles clientes (porque en realidad nos da miedo o no nos gusta).
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